Elena Gil, fuera de su lugar de trabajo habitual. :: r. c.
Elena Gil, fuera de su lugar de trabajo habitual. :: r. c.
Licenciada Derecho y Administración de Empresas por la Universidad Carlos III de Madrid, Elena Gil González apostó por una vía bastante innovadora al reorientar su carrera hacia el mundo del 'Big Data' y la protección de datos. «No hay que dejarse llevar por los estereotipos. La innovación no es solo de ciencias, sino que tiene muchas aristas que son necesarias, como la jurídica. Son áreas muy nuevas, con mucha creatividad», argumenta.
Así, hace 5 años decidió especializarse en esas ramas de la tecnología cuando el primero de los términos aún no se había popularizado tanto y el reglamento europeo sobre datos (GDPR) aún estaba en negociaciones. «Me preocupa que el uso del 'Big Data' -que tiene muchos beneficios, apostilla- puede crear ciertos riesgos», señala, añadiendo un ejemplo. «A las personas nos han inculcado la idea de que dar consentimiento a las empresas para que puedan usar nuestros datos nos da cierto poder sobre qué pueden y qué no pueden hacer con ellos. Pero en entornos tan complejos como las tecnologías del 'Big Data' esto no es así», asegura. Por eso, cree que en estos entornos de cierta complejidad, en el que los resultados del tratamiento de datos son imprevisibles, resulta complicado pedir autorización para esa recopilación y tratamiento de la información personal. «Defiendo el uso de otros derechos complementarios al consentimiento», argumenta.
Esos otros derechos pueden ser, por ejemplo, el interés legítimo «que está ya en nuestra normativa pero que todavía no se usa en tratamientos tan arriesgados». Esta jurista experta cree que este tipo de medidas adicionales pueden permitirnos adaptarnos a estos nuevos retos que plantea la tecnología.
«Una empresa puede hacer con los datos aquello de lo que te informa de forma trasparente y que no te genere un impacto negativo», expone. «Debe hacer un balance previo entre el tratamiento de esos datos y el posible resultado que pueda conllevar. Y si alguno de tus intereses y derechos puede ser vulnerado, debe avisar», añade.
Pero, ¿cómo una abogada termina investigando en un tema tan tecnológico e innovador como el 'Big Data' y las implicaciones que puede tener con el respeto a los datos personales? «No fue nada premeditado. Me habían recomendado también otros posibles temas de investigación, pero no me llamaron la atención como éste», explica.
Tras pasar por varios despachos de abogados donde su especialización estaba en la propiedad industrial, un viaje de varios meses por Asia no solo le permitió cumplir su objetivo de crecimiento personal sino que también supuso un cambio en su orientación profesional. «En ese viaje se fraguó la idea de hacer un doctorado», explica.
Tras hablar con un antiguo jefe con el que había hecho las prácticas en la carrera, Elena Gil González decidió seguir la pista que este mentor le dio, orientándose entonces hacia el 'Big Data' y la protección de datos. «Fue un tema que me enganchó desde el principio», reconoce.
Aunque en estos momentos se encuentra haciendo una estancia de doce meses en Ámsterdam para formarse mejor, Elena Gil también cursa a la vez su doctorado en el CEU. Durante su primer año, además de seguir investigando más acerca de la relación del 'Big Data' y la protección de datos, realizó también un curso en la Cámara de Comercio. «Aquí pude profundizar sobre los aspectos más técnicos y de mercado. Es algo que me iba a hacer falta para las necesidades jurídicas de mi doctorado», precisa.
De tesis a monografía
Tras ese primer año de doctorado y del curso elaborado para profundizar más sobre el 'Big Data', esta abogada presentó su tesina. Un trabajo que, lejos de tener un punto y final, fue evolucionando con el paso de los meses hasta recibir un premio de investigación de la Agencia de Protección de Datos Española, que decidió publicarla luego como una monografía.
Aunque Elena Gil intentaba compaginar los estudios con su carrera laboral, acabó dándose cuenta de que la falta de tiempo le impedía poder hacer las dos cosas. «No quería abandonar mi doctorado», reconoce. Así que tomó la decisión de dejar el despacho de abogados en el que trabajaba y centrarse en sus estudios. Aunque ya vislumbra cuándo puede conseguir esa titulación, prefiere mantener esta posible fecha en secreto. Después, eso sí, tendrá que decidir entre varias de las puertas que ya tiene abiertas.